Una catedral no es (sólo) una iglesia grande
La palabra latina cathedra se aplicaba a la silla o trono de un obispo, instalada en la iglesia principal de su diócesis, que por ello era la iglesia catedral. En los templos primitivos este trono se colocaba en el ábside, detrás del altar. Después, al tomar más desarrollo los coros catedralicios, pasa a ser un sitial destacado que preside el conjunto de la sillería en el centro de la misma o en un extremo donde sea más visible para los fieles. Para las ceremonias solemnes la cátedra se coloca en el presbiterio en el lado del Evangelio.
En los primeros siglos las catedrales no tuvieron necesariamente voluminosas estructuras, siendo muchas veces más pequeñas que las iglesias de las ricas abadías. La construcción de las grandes catedrales comenzó en el siglo XI con Románico y llegó a su máximo desarrollo en el Gótico gracias a la cooperación de reyes, nobles y eclesiásticos, secundados por todo el pueblo y especialmente por los gremios de artesanos. La construcción de una catedral era una empresa de tanto alcance que solía requerir de varios siglos y de muchas generaciones hasta su terminación. Por eso es frecuente que en ellas se superpongan estilos sucesivos, en una deslumbrante acumulación de historia y riquezas artísticas.
Así, resulta que una catedral no es (sólo) una iglesia grande, sino que tiene que ser sede de un obispado. Es por eso que la sede del obispo de Roma, aunque esa dignidad la detente el papa, no es San Pedro del Vaticano, sino San Juan de Letrán.
En los primeros siglos las catedrales no tuvieron necesariamente voluminosas estructuras, siendo muchas veces más pequeñas que las iglesias de las ricas abadías. La construcción de las grandes catedrales comenzó en el siglo XI con Románico y llegó a su máximo desarrollo en el Gótico gracias a la cooperación de reyes, nobles y eclesiásticos, secundados por todo el pueblo y especialmente por los gremios de artesanos. La construcción de una catedral era una empresa de tanto alcance que solía requerir de varios siglos y de muchas generaciones hasta su terminación. Por eso es frecuente que en ellas se superpongan estilos sucesivos, en una deslumbrante acumulación de historia y riquezas artísticas.
Así, resulta que una catedral no es (sólo) una iglesia grande, sino que tiene que ser sede de un obispado. Es por eso que la sede del obispo de Roma, aunque esa dignidad la detente el papa, no es San Pedro del Vaticano, sino San Juan de Letrán.
Cátedra del obispo de Roma en el ábside de la basílica de San Juan de Letrán |
Cada día más fan... Me voy a hacer un glosario con tus post (léase con la musiquilla del "emigrante" de Juanito Valderrama en la cabeza) ;-)
ResponderEliminarEs lo que tenemos l@s gordopilos, que entre nosotr@s nos entendemos ;-)
Eliminar