¿Sabes de dónde viene la expresión “a la chita callando”?

Pues tiene varias explicaciones. Una de ellas está relacionada con la chita, taba o astrágalo, un huesecillo de la extremidad inferior de las reses, sobre todo cordero y vaca, con cuatro caras diferentes, que dio lugar a un juego infantil que ya se practicaba en Grecia que consistía en tirarlo al aire obteniendo puntos según en qué cara quedara y que también tenía una variante adulta en la que se apostaba dinero, que en épocas en las que los juegos de azar estuvieron prohibidos se jugaría en secreto, en silencio, disimuladamente, sin llamar la atención de las autoridades.

Terracota griega que representa a dos mujeres jugando a la chita. Fuente

Otros consideran que el origen del dicho es de época medieval, cuando los musulmanes introdujeron para la caza en la Península Ibérica a un felino conocido como siita o chita, muy similar al guepardo, un animal muy rápido y astuto que se acercaba a sus presas sigilosamente, y aunque Alfonso X el Sabio prohibió su caza, se siguió practicando de forma clandestina. 
También contamos con la explicación más prosaica, que es la que dice que “chita” deriva sencillamente de la forma onomatopéyica del chistar (¡chisst!), utilizada para pedir a alguien que se calle. 
¿Con cuál te quedas?

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